lunes, 22 de junio de 2020

Confesiones - Prólogo







Su cabello se balanceó en cada paso que daba al recinto y sus orbes curiosos miraban su alrededor en busca de algo digno de su atención. Colores sosos, pasteles y palabras sencillas. Sintió la mirada masculina de más de uno, eso realmente no era nada nuevo para ella. Con la cabeza en alto se posicionó en medio de la sala, con la aquello burbujeando.

Su pie se movía con suma ansiedad provocando un sonido estridente, sonreía ante las palabras de la mujer anciana que estaba a su lado, que hablaba con total calma y con un una voz apenas audible. Tal pareciera que todo se desplazaba en cámara lenta en ese punto. Dejó salir un suspiro prolongado, de había adelantado demasiado. 

Una tercera campanada retumbó en todo el edificio y la gente que permanecía afuera comenzó a ocupar su lugar en las bancas de madera. La mujer a su lado le dedico una sonrisa leve, la cual fue correspondida. 

Los presentes se levantaron con gran animo con la atención hacia el frente. Ella simplemente observó con gran interés sus manos y escucho los pasos en el suelo ante el silencio sepulcral de la sala. Levantó la mirada escuchando los ligeros latidos en sus orejas cuando los pasos se detuvieron. 

Observó como él abría la boca. 

— Oremos.

La castaña sintió como el aire escapaba de sus pulmones y sus piernas temblaron ligeramente ante la impresión de escuchar por primera vez su voz. 

Grave, oscura y profunda. Pero brindaba tranquilidad a quien la escuchara. 

Sus latidos resonaron en su cabeza cuando él siguió hablando y la gente prosiguió a tomar asiento. Repetían sus palabras en ocasiones. La música cortaba su diálogo y las notas desafinadas de la gente resonaba en el lugar. 

Frunció el ceño. Ella no conocía aquellas palabras con ritmo. 

En toda aquella ceremonia se dedicó observarlo con gran detenimiento. Cada movimiento, expresión y respiración evidente. No era para nada expresivo, un gesto neutro adornaba su rostro con las facciones perfectas en equilibrio con la forma de su rostro. Sin embargo el sonreír no era algo que le iría a un rostro como aquel. Sus labios abriéndose para leer o mencionar unas líneas que para ella no tenían ningún sentido en absoluto. Sus gestos corporales tan pulcros, elegantes y con ese aire de grandeza. Su complexión, aunque resultaba difícil verlo por su atuendo, ella podría hacerse una idea. 

Sonrió levemente mientras se relamía los labios. Era él. Los latidos en su pecho intensos y sus manos con ese extraño cosquilleo de lo confirmaron con gran convicción.

La gente hizo una fila y la fémina observó como comían algo y regresaban a su lugar para arrodillarse. La anciana le explicó que eso era la comunión, algo que tampoco tenía sentido para ella, que de igual manera no podría importarle menos, no vino aquí por cultura o aspectos de fe.

Y finalmente todo el espectáculo acabó, lo comprendió cuando la mujer mayor a su lado se levantó de su asiento. Ella se mordió los labios. ¿Eso era todo? Para ella no era suficiente. La idea de sentarse a escuchar ese tipo de cosas no le agradaba para nada, aunque si ignoraba en si el.significado de ellas y se concentraba solo en aquella voz profunda, era un deleite.

El lento caminar de la mujer les permitió ver como la gente salía del lugar, siendo ellas las últimas. Cuando alcanzaron el pasillo central para retirarse, él pasó a su lado. 

Y sintió su aroma. Tan masculino e intenso. Bajo el aroma a humo que casi absorbía propio olor. Un suspiro se le escapó y se llevó la mano a los labios. 

— Chica.

La voz de la mujer la atrajo a la realidad y la tomó entre sus manos para ayudarla a caminar hacia la puerta principal. La mujer siendo de apoyo para la anciana, fijaba su mirada a la figura masculina que estaba enfrente. Le sudaron las manos por el entusiasmo.

— Seria una buena idea hablar con él.—Mencionó con un tono dulce y con tanto efecto como le fue posible pronunciar.

La anciana se detuvo ante el hombre que estaba en la entrada del lugar despidiendo a las personas y le sonrió. 

—Señora Rita.— Su voz profunda resonó tan baja, en comparación a la que minutos antes empleaba. Una sonrisa ligera y casi imperceptible se plasmó en su rostro de marfil.

— Oh querido, gracias por la celebración de hoy.—Ella mencionó con gran efusividad y tomó la mano del hombre y la estrechó. 

La mujer observó la escena con la desesperación de querer hacer más que estar de pie ahí, era más de acciones. Se exaltó cuando él centró su atención en ella. Todo se detuvo cuando se encontró con aquella mirada penetrante y curiosa. Su corazón latió tan fuerte que pensó que se saldría de su lugar. 

—¿Y usted es...?

Rita rió con aquella voz anciana representativa. 

—Ella es Linnette, Padre, ella es mi dama de compañía. Ella se encargó de traerme hoy aquí.— La mencionada sonrió con fingida vergüenza.

Ciertamente era la verdad. Ella se había encargado de convencer a la anciana de venir. Con una gran perseverancia y ayuda de su enchanting. 

Con gran fascinación sostuvo la mirada del masculino, quien luego de unos segundos le dedicó una ligera sonrisa, que Linnette en respuesta sintió como le arrancaban algo de su pecho. 

— Espero verlas de nuevo.

Rita se despidió y su dama la siguió con gran frustración. Quiso decir lo contrario, ordenar que no. Pero no podía hacerlo ahí. Miró de reojo como el hombre se adentraba de nuevo al lugar. Con muchas dudas en su cabeza siguió el lento caminar de su empleadora. 

Ella lo había visto pasar al otro lado de la calle hace unos días. Y lo sintió, como tanto había escuchado por boca de las otras. Algo conectándose en su interior, naciendo desde lo profundo, sujetándola con fuerza y llamándola. 

Cuando le preguntó a Rita sobre él, ella le confesó que el ofrecía la misa. Cosa que Linnette no comprendió pero persuadió a la anciana de ir, ya que en el mes que había estado ahí, no habían ido a ningún lado donde él podía encontrarse. 

Necesitaba verlo para comprobar lo que ya sospechaba. Y escuchar su voz. Por lo cual este día se aferró a ir sin ninguna excusa, poder saber si luego de tantos años pudo dar con aquello que tanto había buscado y hasta había pensado que no existía y eran simples rumores e ideales de ellas. Sin embargo, no dejó ni la más mínima duda. 

Sonrió para si misma mientras su interior se agitaba sin detenerse. Observó a la mujer a su lado, de baja estatura, facciones arrugadas y ligeramente encorvada. Aunque se notaba que había sido atractiva. 

—¿Él está casado? 

En respuesta una risa sonora y divertida escapo de los labios arrugados, reacción que duró unos segundos al entender que su dama no estaba bromeando. 

—¿Qué dices, Linnette ? Él padre está casado con su Dios y su religión, no tiene ni tendrá una esposa nunca. 

Rita se detuvo al notar como la chica detenía su caminar. Linnette entreabrió los labios conmocionada, como si le hubieran dado un golpe en el estómago. 

¿Su religión, de verdad? Esa maldita farsa, tantos años buscando eso y cuando lo encontró...debía ser una maldita broma. 

Ella podía conseguir a cualquier hombre que se proponía con solo pestañear, y ahora debía competir con unas creencias. La frustración le provocaron unas ganas de vomitar o apretar algo con fuerza. Sin darse cuenta había contenido el aire en sus pulmones. Lo dejó salir con lentitud y contando en su cabeza para calmar  la angustia en su interior. Analizó la situación que se abría ante esto y cual debería ser su siguiente movimiento para lograr obtener lo que quería.

Entonces, mientras proseguía su caminar con su empleadora, le hizo la pregunta más importante con algunos nervios cobrando vida en su interior. Linnette escuchó la respuesta con interés, ese malestar se apagó de inmediato ante el mundo de posibilidades que se abrieron en su cabeza con esas sencillas palabras pronunciadas.  No pudo suprimir una ligera sonrisa.

Solo debía confesar sus pecados ¿no? Sonrió divertida. De esos, tenía una infinidad.










¡Hola, queridos lectores!

Aquí les traigo mi primera historia original aquí en el blog. Es una idea que me rondaba muchísimo y sin más deje que saliera a la luz . Espero sus comentarios y opiniones sobre esta, la cual le tengo mucha esperanza y si todo va bien subire cada capitulo los lunes. Espero que le den una oportunidad.

Los quiero ♡




2 comentarios:

  1. Un texto precioso, ¡enhorabuena!
    Un abrazo.

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  2. ¡Hola! Esperé bastante por leer este primer capítulo. Linnette parece de lo más interesante y como conoce al cura. Me gusta, aunque en el último párrafo, sí debo decir que no logro ni sospechar cuál puede ser la pregunta que le hace para que la respuesta sea confesarse.

    Aún así, me ha gustado.

    ¡Un abrazo!

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