lunes, 5 de octubre de 2020

Confesiones- Contención

 





Maldecía en su interior mientras le ponía papel aluminio al recipiente de cristal que contenía unos ribeyes y lo ingresó al horno de aquella cocina rustica. Observó el reloj en la pared tomando el tiempo de cuanto iba a demorar el horneado. 

Ingresó a la regadera mientras tanto, deshaciendo cualquier olor a carne o condimentos fuera de su cuerpo. Sentía el agua recorrer su cuerpo mientras unos ojos no salían de su mente. Sus manos acariciaron partes de su cuerpo y apretó los labios con fuerza. Debía calmarse. 


Pero ¿cómo iba a lograr tan osadía? 


Por primera vez en su vida, la habían rechazado. Sintió un ardor en la boca del estomago de la vergüenza pasada en ese momento. Linnette se había equivocado en grande.


Inocentemente creyó que estaba teniendo avances significativos en estos cuatro meses. Al contemplar a Noah tragar profundamente cuando reveló algunos de sus pecados, esas miradas cargadas en el confesionario, esos orbes grises  contemplándola con gran intensidad, miradas que agitaban todo su interior. Esos roces entre sus manos cuando él buscaba consolarla de alguna forma física. Pero aquel masaje que despertó sus más feroces instintos, generando que las cosas se fueron al carajo. Linnette de verdad iba a lanzarse encima de él en ese momento e iba a terminar profanando ese cuerpo puro. No le importaba nada jodido en ese punto. Su cuerpo mismo agonizó por tenerlo entre sus manos y dentro de ella. Por el olor masculino propio que desprendía, aquella mirada satisfecha resultante de sus manos y tenerlo tan…dispuesto. 


Maldijo en ese momento al sacristán por haber interrumpido en ese momento. Aunque ahora mismo ella no podía estar segura de nada.


Por que ese grandioso avance que presumía se fue directo a la nada el día anterior que acudió a la casa del clerigo. Linnette lo sintió, percibió su pulso más alto de lo normal, sus ojos hicieron contacto un leve segundo en que le acomodaba el cuello. Ella realmente pensó que había visto la señal de que lo había logrado. Sin embargo en un giro impensable de los hechos, Noah le tiró cada uno de sus avances a la basura al soltarse de forma tan contundente de su agarre ¡Ni siquiera había intentado algo! Le estaba abotonando la camisa cuando su cabeza gritaba que se la arrancara. 


Y ahí supo que estaba haciendo las cosas realmente mal. Él se oponía por completo a su enchanting y no daba señales de haber dudado en lo absoluto. Vio la voluntad en sus ojos y supo que no podía seguir jugando de esa forma. Había perdido cuatro meses en esa estrategia y la ansiedad la golpeó con fuerza cuando entendió que debía jugar de otra forma.


Linnette debía contenerse aún más, por completo.


Sintió su parte intima contraerse ante esa revelación, por que ella misma lo necesitaba. Jamás se había visto atraída de esta forma por un hombre, aunque realmente nunca había tenido que esperar a un hombre. Ellos venían en su búsqueda y tenía hasta la posibilidad de donde elegir. 


Linnette  siempre había tenido todo lo que quería, hasta ahora.


Y eso estaba jodiendola en grande. Porque a pesar de lidiar con esa cuestión, adicional a eso debía contenerse aún más. Y de por si ya era muy complicado no querer tener sus manos sobre él todo el tiempo. Cerró la llave y tomó una toalla para salir de la ducha y arreglarse para poder recibirlo.


Rita  había ido a confesarse y se quedaría después a la misa de cuatro, para después venir junto con él, evitando de que esta forma él decidiera echarse para atrás. Linnette había decidido quedarse para arreglar todo lo necesario para la cena. Aunque ella misma no estaba del todo segura ahora. Por que tenía que acomodar las cosas de forma adecuada.


Se frustraba al entender que tenía dos obstáculos evidentes. Noah Rusbell solo viendo su lado masculino era un hombre, muy, demasiado, complicado. Podía determinar que en condiciones normales atraparlo hubiese sido cercanamente difícil. Por que el no caía a cualquier provocación, ni a cualquier mujer. Era cuidadoso en ese aspecto. Ella hubiera tenía que adentrarse bastante, de la misma forma delicada. Y el mayor de sus obstáculos era su título clerical. Qué tenía un peso enorme que no había calculado de forma eficiente. Linnette tenía que pasar los obstáculos uno a la vez. Cuando hubiese caído uno, el siguiente sería más…sencillo. O eso quería creer.


Prendió la luz del horno y sacó el recipiente revisando la carne. La depositó en una tabla de madera dejándola reposar para que los jugos se absorbieran y en ese momento la puerta de acceso indicó que habían llegado. Observó su reflejo en las ollas que estaban colgadas en la cocina e intentó calmar su pulso. Se repitió mentalmente que debía comportarse de la mejor forma.


Salió queriendo ir a retocarse los labios cuando al salir de la cocina se detuvo abruptamente al verlo parado cerca al comedor. Desvió un segundo la mirada encontrando a la vieja Rita metiendo los abrigos en el armario correspondiente. Linnette simplemente lo observó de forma furtiva. ¿Cómo podía verse tan malditamente ardiente vestido de una forma tan común? Playera blanca que hacía un contraste delicioso con su piel y unos pantalones café. Linnette sentía que la temperatura había subido con intensidad.


―Noah, bienvenido. ― Se sintió idiota al no saber que más decir. ― Pondré la mesa enseguida. 


Se adentró a la cocina buscando los cubiertos y pensando en cuantas cosas podrían pasar en esa casa. Respiró profundamente dando una vuelta para buscar los tapetes donde irían los platos. Los cubiertos en sus manos se cayeron al verlo de frente a ella, en la cocina.


―Lo siento. ― La había tomado por sorpresa. ― Te ayudaré.


Ambos se bajaron para recoger los cubiertos y sus miradas se encontraron unos segundos, aunque sus manos seguían en búsqueda de los objetos de metal, ocasionando un leve roce entre ellas. Ella bajó la mirada alarmada y alejó el contacto sonriendo con vergüenza levantándose con un par de cubiertos en la mano. Su alma casi se sale de su sitio al verlo tan cerca y sentir su aroma real colándose en el poco espacio entre ellos.


―Rita no permitirá eso, ahora me ocupo, puedes acompañarla mientras tanto. ― Sin hacer mucho caso se llevó los platos que estaban apilados, los vasos y los pequeños manteles, colocando todo.


La dueña de la casa solamente observó mientras reía, Noah era demasiado servicial y aunque ella quisiera decir algo al respecto sabía que no hubiese servido de nada. Lo observó traer los cubiertos y colocarlos en su sitio. Era su manera de agradecer tal invitación.


Linnette salió con el recipiente de cortes de carne para ponerlos en el centro, regresó a la cocina trayendo un bowl con ensalada, un plato con vegetales salteados y otro con papas cambray salteadas con ajo y especias. 


―Padre, ¿quisiera algo de vino?


Antes de que Noah siquiera respondiera Rita rebuscó entre las botellas que tenía acercando una a la mesa mientras Linnette captaba trayendo copas para eso. Noah junto con la anciana se sentaron una vez que todo estuvo en su sitio. La castaña le sirvió vino a su empleadora y posteriormente se puso a un lado del Rusbell sirviendo lentamente el chorro de vino en la copa. Noah la observó con detenimiento y ella suprimió sus ganas de rozar ese endemoniamente cuerpo atractivo que tenía a un lado. Tragó saliva cuando se alejó y se sentó sirviéndose su propio vino. Iba a tomar un trago de la fermentación de uva pero se detuvo en seco cuando los vio cerrando los ojos. Era cierto, iban a agradecer los alimentos.


Frunció el ceño por que de forma normal Rita no lo hacía, creía que ni lo recordaba, pero estando el clerigo ahí otra historia sería. Ella misma se rió mentalmente al entender que tanto Rita como ella debían comportarse de forma…adecuada enfrente suyo.


Terminaron aquella pequeña oración y la fémina prosiguió a tomar un largo trago de vino para calmar sus gritos interiores. Por que el plan de todo esto era comerse al clerigo cuando Rita, por sugerencia suya, fuese a dormir. Linnette iba a disfrutar aquello que tanto llevaba esperando, deleitándose con la piel masculina y la fuente de energía de su propia lujuria. Suspiró ligeramente al repetirse que seguiría en ayuno. Una vigilia intensiva…indeterminada. Dio otro largo trago de vino y volvió a servirse.


―Vamos padre, sírvase con confianza, le aseguro que todo esta delicioso, Linnette tiene una mano…― Le puso carne al plato del masculino y algunas papas, el simplemente sonrió con cortesía.


―No sabía que cocinabas, Linnette.


La mencionada fue traída a la conversación ya que se haya perdida en sus ensoñaciones y recordatorios constantes. Levantó la mirada observando al masculino que tenía de frente y desvió la mirada con rapidez.


―Si, supongo que se algo de cocina. ― La buena comida y el buen sexo siempre iban de la mano, ella era condenadamente buena en ambos o eso quería creer.


―¿Algo? ― La anciana rió ante ese comentario humilde. ― Esta chica hace maravillas en la cocina, debería venir a cenar más a menudo padre y así podría confirmarlo. ― Dicho eso Rita comenzó a cortar su carne en pequeños cuadros y llevársela a la boca con una buena porción de ensalada en conjunto.


Linnette misma imitó la acción, cortando la carne y deleitándose con los sabores que hacían un buen contraste en su boca. Se llevó una papa a la boca y sintió el sabor del ajo junto con las otras especias. Sonrió satisfecha.


Levantó la mirada unos segundos de su plato observando detenidamente a Noah llevarse cada una de las cosas a la boca de forma separada. Linnette contempló fijamente la boca masculina abrirse y como la lengua tocaba la comida, para después cortar la visión del interior de su cavidad bucal. Noah se detuvo de masticar unos segundos y levantó la mirada hasta encontrar su vista. Siguió masticando a la par y la conexión visual se rompió.


―Puedo confirmarlo señora Rita.


Linnette sonrió en interior al recibir tal halago, que sabía que si la comida que preparaba le gustaba, con otras cosas terminaría deleitado. Pero se reprendió ante pensamientos tan obscenos, no era el momento. No cuando había decidido, por segunda ver, a ir a pasos realmente lentos. Por lo cual, relajándose un poco ya que se encontraba cual puberta enamorada, levantó la mirada, atrayendo la atención del sacerdote.


―Siempre he querido saber Noah, ¿Por qué decidiste convertirte en Sacerdote? ― Soltó la pregunta que más le atormentaba desde meses atrás. Si iba a destruir cualquier obstáculo para conseguirlo, tenía que conocer todo respecto a los límites o más bien, sus propias creencias. 


―He tenido la misma duda, Padre. ― Segundo Rita al dejar de comer y fijar su mirada en el masculino.


Noah pareció pensárselo unos segundos mientras se llevaba una papa cambray a la boca y masticando de forma tranquila. Una vez que el alimento pasó por su garganta miró a la interlocutoria de dicha pregunta.


―Desde que tengo uso de razón estuve relacionado con la iglesia y escuchaba la palabra de Dios, en algún punto comprendí que había sido elegido para compartirla con las demás personas, tal como se esperaba de mi. ― Rita afirmó ante esa cuestión, mencionando que cada una de las personas que son sacerdotes han sido elegidos desde que nacen.


Linnette simplemente levantó la ceja, que cosa más absurda y sin sentido es eso. En primera cuenta no había dicho absolutamente nada, solo un juego de palabras. En segundo, nadie es elegido para alguna cosa determinante. No existía algo como el destino, tú hacías de tu vida de lo que quisieras, junto con tus elecciones. Ella esperaba algo tal como que de adolescente tuvo un mal camino, pero logró enderezarse con todo eso. Con lo dicho por Noah no había obtenido la información que quería.


―Entonces…¿siempre supiste que serías sacerdote? ― Confundida intentó entender su forma de pensar.


― Desde pequeño estuve en una escuela religiosa, por lo cual siempre comprendí que sería el camino más esperado. 


― Oh cierto ― Rita intervino. ― Eres de una provincia pequeña a las afueras de la ciudad ¿cierto? 


Noah simplemente afirmó. Linnette complacida ante esa información siguió la hilera de las palabras mientras se llevaba la ensalada que había cogido con el tenedor. Siempre había considerado por la forma que conocía a las personas de la colonia que sería originario de la ciudad.


―Entonces eres de un pueblo. ― Ella fijó su mirada en él con la curiosidad a flor de piel. Con un leve movimiento del rostro afirmó. ― ¿De cuál?


Noah se llevó la copa a la boca mientras bebía el liquido que restaba en su copa y se removió un poco. Linnette sonrió tenuemente al comprender que estaba algo incomodo de ser el centro de atención. 


― De Refugio.


― He escuchado que es un bonito sitio para vacacionar. ― Rita unió ambas manos encantada por tal revelación. 


Linnette se perdió levemente al intentar recordar que si había estado en ese sitio hace un tiempo. Recordó su pequeña aventura con el hijo del dueño de un sitio de aguas termales artificiales que habían creado ahí y sonrió satisfecha al recordar que había disfrutado aquella corta estadía bastante. Se había revitalizado con tal cuestión. 


Linnette entonces comenzó a determinar algunas cosas con la información ya proporcionada. Noah no tendría más de treinta años, máximo tendría treinta y cinco. Según Rita había llegado hace alrededor de cinco años a la iglesia. En ese entonces, por su actitud reservada la gente sumamente interesante de haber recibido un sacerdote tan joven, atractivo y reservado hizo que toda la colonia acudiera con el fin de invitarlo a su casa para saber más información. Él declinó gran parte de las propuestas afirmando que tenía que adaptarse a la parroquia, a las cuestiones internas y saber como habían quedado las cosas antes de que el antiguo padre se retirara que sería en cuestión de un par de meses.  Posterior a eso, luego de un par de años, solamente sabían que le habían asignado esta iglesia, que su familia siempre había sido bastante religiosa y que era hijo único. Nadie más paso ese límite. Ahora ella sabía que era de ese pequeño pueblo llamado Refugio y que había venido a la ciudad de León para ejercer su papel de sacerdote.


― ¿En el pueblo de Refugio hay una escuela de preparación para el sacerdocio?


― Es el único entre los pueblos cercanos, ciertamente. Y me atrevo a decir que de las mejores a nivel país. Conocí a diferentes personas que venían de ciudades con el único propósito de estudiar ahí.


Linnette lo miraba con gran curiosidad, ya que no recordaba haberlo visto hablando tanto de él mismo, ya que solía reprimir muchas cosas cuando estaban trabajando para la colecta de caridad. Tal vez se debía a que ella misma tenía otras prioridades en su cabeza para que le importarse su origen o que lo había llevado hasta ahí. Cosa de la cual se arrepintió. En ese momento ella realmente quería… conocerlo.


Lo contemplaba bastante, cada gesto y expresión, por leves que fuesen cuando Rita preguntaba sobre cuestiones de la iglesia, de las confirmaciones y cuantos niños habían empezado en la doctrina para poder hacer su primera comunión. Escuchó un sonido procedente de su empleadora y es ahí que se dio cuenta que lo había estado mirado con intensidad. Tosió intentando recobrarse.


Se levantó sin más para recoger los platos y llevarlos a la cocina, comenzando a lavarlos para dejarlos escurrir mientras el agua del té se calentaba. Ya que había hecho una tarta fría para acompañarla por un té de menta. 


Escuchó las voces de Rita y de Noah en la otra habitación, además de la risa escandalosa de la anciana ante un mal chiste que aseguraba había contado. Llevó con ayuda de una charola las tazas, el azúcar y el agua caliente. Al asentar el metal en la mesa de madera encontró la mirada grisasea siguiendo cada uno de sus movimientos.


―Usted quiere un café ¿cierto? O tal vez té. ― Noah levantó una ceja al escucharla, gesto que la castaña no entendió.


― Café esta bien.


Linnette salió de ahí con rapidez buscando el café instantáneo que tenía la anciana por sus alacenas. De igual forma llevó las tazas de té ya listas ofreciéndosela a Rita quien enseguida dio un largo sorbo.


Ingresó una vez más a la cocina, hasta el refrigerador y sacando la tarta fría, depositándola en el centro de la mesa junto con los platos y cubiertos.


Rita seguía parloteando sobre alguna cuestión de la caridad mientras Linnette cortó tres rebanadas de la tarta y se las pasaba para que empezaran a comer. Ella misma estaba por llevarse un trozo a la boca cuando Rita la miró y sonrió.


― Linnette ha hecho un gran cambio desde que llegó conmigo padre y debo agradecerle por que por toda la cuestión de la caridad la he visto…diferente.


Linnette quiso reírse en ese momento. Sin embargo, solamente fingió una sonrisa avergonzada. Rita era bastante inocente. Era eso o se estaba haciendo la tonta. Aunque posiblemente solo lo decía de dientes para afuera considerando que ella misma salía bastante con sus amigas a comer, caminar o a jugar bingo, barajas o lo que sea. Era ajena a lo que la misma castaña hacía. 


―Es el resultado de acercarse a Dios.


Ahora si Linnette quería soltar una gran carcajada. De el si podía afirmar que era por su absurda inocencia o pensar que todos podían ser buenos una vez que fueran iluminados por su falso Dios. Se llevó la tarta a la boca mientras pensaba que a pesar de que su plan original no se había llevado a cabo, había resultado todo bien.


― Bien, tengo un dolor insoportable de cabeza y necesito recostarme un momento. Linnette te encargo el resto. Lo siento mucho padre, espero que haya disfrutado la cena.


― Por supuesto, descanse.


Linnette abrió los ojos en demasía cuando vio a la anciana retirarse a su habitación del fondo. Eso la había tomado por completo por sorpresa. ¿De verdad había ocurrido, o acaso estaba soñando? No. Rita los había dejado solos. Aunque por la ultimo gesto que vió de su empleadora pareciera que iba a tomar las pastillas fuertes para el dolor que tenía para situaciones como esa. Ella terminaría cayendo dormida en cuestione de unos minutos. 


Lo buscó con la mirada, él seguía con la mirada clavada a la dirección a donde se había ido la anciana. Y de pronto el la miró con tal intensidad que la respiración de Linnette se atoró en su garganta.


―¿Qué es lo que pretendes? ― Soltó sin más el masculino.


Ella tragó saliva ante esa cuestión tan directa… ¿acaso había previsto todo lo que ella tenía contemplado? No. No podía ser ya que había frenado sus acciones desesperada. Por lo cual intentó respirar e intentar parecer confundida ante esa cuestión. Fingir que no sabía de que hablaba.


―No lo comprendo.


Noah pareció dudar levemente, analizando sus propias palabras y la forma correcta de decirlas.


―No he sido suficientemente claro…¿tú a que has venido a la ciudad? 


Linnette quiso exhalar ruidosamente al comprender a que se refería. No debía preocuparse por cuestiones de las cuales no estaba segura, además que dudaba que el mismo padre entendiera que estaba sucediendo hasta que ella estuviera encima de él. Aunque su interior se sacudió cuando él simplemente la tuteó con total familiaridad y la miraba de tal forma que le costó controlarse. Se llevó un poco de tarta a la boca, fingiendo pensar su respuesta. 


―Necesitaba otros aires, empezar de nuevo, encontrar que es lo que quiero en la vida.


Los segundos pasaron mientras Noah la contempló, ella podía suponer evaluando cada una de sus palabras. Aunque ella sonrió interiormente ya que había proporcionado una respuesta bastante ambigua como la de él. Aunque su satisfacción se enfocó más a que él mismo parecía sentir interés por ella. O talvez quería llenar el silencio en la habitación. Sin embargo, sabía que él amaba el silencio.


―Comprendo, a veces eso es necesario. ― Se quedaron unos momentos en silencio mientras degustaban la tarta.


―¿Te gusta lo dulce? ― Linnette soltó por simple curiosidad.


Noah confundido por un instante ante esa pregunta que cambiaba radicalmente el tema de lo que anteriormente estaban hablando. Él miró el pedazo de tarta que le quedaba mientras se la llevaba a la boca.


―Realmente no, no suelo comer pastel ni sus derivados. Si embargo, he disfrutado bastante esta. 


Linnette se sorprendió levemente ante esa cuestión, por que recordaba haber visto a diferentes mujeres regalarle tartas que habían horneado. La cuestión a continuación era ¿qué hacía con ellas? Reprimió una sonrisa al comprender aquella frase que Sebastían le había mencionado días atrás, en respuesta de porque solía ir a casa del clerigo con frecuencia “Siempre tiene pastel” cosa que en ese momento Linnette no había entendido, hasta ahora. 


―Oh ¿y que sueles comer de cosa normal, considerando que siempre estas con alguna cuestión de la iglesia?


Dio un trago a su café y una vez depositado la taza en el plato, fijó su atención en ella.


― Depende del día. ― Se removió en su lugar. ― Normalmente suelo ir a una fonda que esta cerca de la iglesia, aunque si el tiempo me lo permite preparo mis propios alimentos. O Sebastían suele llevar o preparar algo.


―Puedo ayudarte con las cuestiones de papeleo, organización o administración de la iglesia, para llevar un registro, para aligerar tú trabajo. Entiendo que dentro de poco empezarán a reunirse por lo de la confirmación y podría…si quieres, claro está.


Noah pareció con considerarlo un momento que pareció eterno y justo cuando la castaña iba a echarse para atrás para no presionarlo, el simplemente asintió. Linnette simplemente sonrió, perdiéndose en la cocina con los platos para dejarlos en la pileta. Eso podía asegurar que estaría cerca del sacerdote más tiempo del que había considerado. Colocó la tarta en un topper, cerrándolo con una tapa y fue a su cuarto a buscar un pequeño frasco que tenía en su cómoda. Cuando estaba saliendo a la sala lo observó con su chaqueta ya puesta y parecía solamente esperarla. Lo acompaño a la puerta entregándole los moldes en sus manos. Noah la observó con la duda en su rostro.


― La tarta que ha quedado. Rita realmente prefiere las cosas más dulces aunque no debería comerlas. ― Torció la boca, la anciana se pasaba por el arco del triunfo su diabetes. ― Lo otro es algo que compré para ti. ― Aunque verdaderamente lo había elaborado ella. Su origen de fatha venía con el conocimiento de conocer las plantas medicinales, además de conseguir aquellas de las cuales la humanidad misma no conocía que tenían grandes resultados curativos. ― Es una pomada para tus hombros, he observado que ahí se concentra tu tensión cuando estas estresado. 


Noah  le ofreció la mano ya estando afuera, el sol se había ocultado y ella enlazó su mano con la de él. Unos instantes se quedaron de esa forma, a la par que su mirada se cruzaba. Linnette sintió una corriente atravesar todo su cuerpo hasta alojarse en la boca de su estómago. Todo su cuerpo reaccionó al sacerdote con dramatismo.


― Gracias. ― Dijo sin más, dio la vuelta y se alejó de la casa para dirigirse a su casa tras la iglesia.


Linnette cerró la puerta y se apoyó en ella sintiendo su corazón brincar con violencia al sentir aún la sensación de la mano masculina entre la suya, desprendiendo su calor corporal. Pero una duda surcó su cabeza con violencia ¿Qué era esa cálida sensación que estaba consumiendo cada célula de su cuerpo?







¡Hola queridos!
Aqui el capítulo de esta semana ¿qué les ha parecido? Todo tomará una dirección diferente de ahora en adelante...

¡Saludos!












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